domingo, 30 de marzo de 2014

El arma más peligrosa que nadie puede usar contra nosotros es nuestra propia mente. Aprovechándose de las dudas e incertidumbres que en ella acechan. ¿Somos sinceros con nosotros mismos... o vivimos compitiendo con las expectativas de los demás? ¿Y si somos abiertos y sinceros podría alguien amarnos de verdad? ¿Podemos hallar el valor de compartir nuestros secretos más íntimos? ¿O en realidad somos imposibles de conocer incluso para nosotros mismos?
Porque el amor también es eso: esperar en la estación incorrecta el tren equivocado  y que atropelle la historia de tu vida.

jueves, 16 de enero de 2014

Lo poco que sé de la vida. Lo poco que sé de la vida está en los libros que nunca leo. Lo poco que sé de la vida está en las líneas que no escribí. Lo poco que sé de la vida se cuenta tomando un café, se entiende tomando una copa y se olvida tomando dos. Que nadie se emocione ni albergue falsas esperanzas, porque con lo poco que sé de la vida, a duras penas se llena un corazón, por pequeño que sea. Empiezo por lo que sé con toda seguridad. Sé que, con suerte, te vas a morir una vez. Así que procura no morirte más veces por el camino. No hay nada peor que esa gente que se va muriendo antes de morirse del todo. Para evitarlo, te regalo un método infalible. Mientras tú vayas decidiendo, todo está bien. El día que dejes de decidir, ese día, cuidado, porque la habrás palmado un poco. Ten siempre más proyectos que recuerdos, es la única forma que conozco de mantenerse joven. Olvídate de la patraña esa de ser feliz, ya te puedes dar con un canto en los dientes si llegas a ser el único dueño de tus propias expectativas. Que un euro se ahorra, y un polvo se pierde. Para siempre. Que hay que dedicarse a algo de lo que jamás te quieras jubilar. Por mucho que te cueste pagar las facturas. Por mucho que en las reuniones de antiguos alumnos te miren mal. Es mejor dedicarse toda una vida a algo que te divierte pese a no llegar a fin de mes, que pasarte un solo día trabajando únicamente por dinero. Entre lo poco que sé de la vida, también te diré que nada de todo esto vale la pena sin alguien que te haga ser incoherente. Ni flores, ni velas, ni luz de luna. Ése es el verdadero romanticismo. Alguien que llegue, te empuje a hacer cosas de las que jamás te creíste capaz y que arrase de un plumazo con tus principios, tus valores, tus yo nunca, tus yo qué va. Ojalá ames mucho y muy bueno, incluso a riesgo de ser correspondido. Que te despojen de todo, que hagan jirones de tus ganas y que te veas obligado a remendarlas con el hilo de cualquier otra ilusión. Que desees y seas deseado, que se frustren todas tus esperanzas y que acabes descubriendo que la única forma de recobrar el primer amor, que es el propio, es en brazos ajenos. Dos emociones inútiles asociadas al pasado, arrepentimiento y culpa, y una emoción inútil asociada al futuro, la preocupación. Cuanto antes te desprendas de las tres, antes empezarás a apreciar lo único que tienes. ¿Qué más? ¡Ah, sí! Sé que al menos un amigo te va a traicionar, otro será traicionado por ti, y que te pongas como te pongas, los que no hayas hecho antes de los 30, ya jamás pasarán de buenos conocidos. Cuenta sólo con los tres principales, porque a partir de ahí, todo es mentira. Para terminar, y hablando del tema, déjame que te presente a tu mejor enemigo. Se llama miedo. Quédate con su cara, porque va a estar jodiéndote de ahora en adelante. Miedo al fracaso. Miedo al qué dirán. Miedo a perder lo que tienes. Miedo a conseguirlo. Miedo a saber poco de la vida. Miedo a tener razón.

domingo, 5 de enero de 2014

'Jugábamos a conjugar verbos con pronombres inadecuados a fin de hacerlos nuestros y sentir que tocábamos la libertad de expresión. Utilizábamos plumas de ave como separadores de páginas y pasábamos tardes leyendo historias hasta altas horas de la noche. Tú lo hacías con tus gafas de aviador, mientras que yo siempre elevaba el libro entre mis manos a una distancia que tú considerabas exagerada.

Así fue como, a pesar de estar recluidos en un pequeño apartamento de alquiler, nos dejábamos llevar por la corriente polar de los sueños literarios, aquellos que vuelan tan alto que te depositan muy lejos de la realidad.'